La semana
pasada hubo una bienal de Novela Mario Vargas Llosa y Lima (mi
ciudad) estuvo llena de varias actividades literarias, donde escritores
nacionales e internacionales, daban cátedra de su experiencia y
vivencia en el mundo literario, en una de las tantas actividades programadas estuvo como
invitado Daniel Mordzinski, quién es conocido
por su trabajo fotográfico y amistad con los
escritores contemporáneos más famosos del mundo.
El dato
anecdótico de este evento fue la gran expectativa que genero
Mordzinsky entre nosotros (los que nos gusta la fotografía) al tener
tantos escritores juntos para fotografiar y con gran disponibilidad, ya que
para muchos es difícil (por no decir imposible) fotografiar a Mario Vargas
Llosa, Alonso Cueto, Fernando Ampuero, entre otros, pero esta expectativa
desapareció brutalmente cuando vi estas fotografías tan poco
agradables y faltas de composición.
Es un artista plástico lucense con una relevante trayectoria
internacional. Nacido en Pozos (Castroverde) en 1918, emigró con cuatro años a
Argentina, donde trabajó en varios oficios hasta que, 37 años después, se
inscribió en un curso de fotografía que habría de labrarle su futuro.
Sus fotografías constituyen una importante colección, no sólo
en su etapa como fotógrafo de prensa del Diario Oficial de Perú sino también de
sus colaboraciones con la ONU y la UNICEF, con la agencia McCann-Erickson, la
International Petroleum Company, o las revistas Fanal, Caretas, Esquire, Life y
Time.
Poeta, artista plástico, ensayista, novelista, dramaturgo y periodista, Jorge Eduardo Eielson |
Un joven y serio
Mario Vargas Llosa posa para Baldomero Pestana
sin imaginar que en el futuro
obtendría un Nóbel de Literatura
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Martín Adán uno de los grandes representantes de la literatura
vanguardista latinoamericana
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Pensativo y atildado escritor Sebastián Salazar Bondy, figura cenital de |
Hermosa y misteriosa Blanca Varela, una de las poetas mujeres
más representativas de los años 50.
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Meditativo y sereno José María Arguedas cuando la angustia aún no lo perseguía. |
Julio Ramón Ribeyro sorprendido en su atelier de París, junto a su máquina de escribir. |
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