Nadia Cruz Porras©
Estuve invitada hace unos meses en Barranca para participar en el VII Festival de Poesía Cielo Abierto, donde rendimos homenaje a José María Arguedas. Sus amigos y parientes compartieron con mucha nostalgia vivencias y anecdotas de la estadía del gran amauta en Puerto Supe.
Máximo Damián Huamaní (San Diego de Ishua, 1936)
Violinista peruano, cultivador de la música andina
tradicional, especificamente del departamento de Ayacucho. Se hizo célebre por
su amistad con el escritor José María Arguedas quien en su testamento pidió que
interpretara su arte durante sus funerales. El escritor también le dedico su
obra póstuma: El zorro de arriba y el zorro de abajo.
Desde temprana edad Máximo se sintió atraído por el arte de tocar
el violín pero su padre no quería que aprendiera ello pues según él era un
oficio ligado a “borracherías” y deseaba un mejor futuro para su hijo. Pese a
ello, Máximo persistió y en una oportunidad, aprovechando una prolongada
ausencia paterna, invitó a su casa a los discípulos de su padre para que le
enseñaran a tocar el violín. Cuando retornó su padre, éste ya no se opuso y más
bien empezó a orientarle y a llevarle consigo en sus giras. A los 13 años
Máximo debutó animando una fiesta. Su talento precoz hizo que obtuviera sus
primeros contratos.
A los 14 años un percance lo obligó a abandonar su pueblo: un día,
mientras pastaba el ganado en el campo, se descuidó y los animales invadieron
su chacra causando destrozos. Temeroso del castigo paterno, aceptó acompañar a
un tío suyo a Lima, a pesar de que nunca le atrajo la vida en la ciudad.
Tras despedirse tristemente de su madre bajó a Nasca y de allí pasó a
la capital del Perú, donde empezó a ganarse la vida trabajando como empleado
doméstico, para posteriormente ser obrero. Era el año 1950. Un año después
su tío le trajo su violín, y desde entonces todos los domingos iba a visitar a
sus paisanos para quienes interpretaba su arte musical.
Fue así como fue ganando respeto, admiración y popularidad entre
los inmigrantes andinos de la capital, al punto de llamar la atención al
escritor José María Arguedas, quien además de literato y
etnólogo fue un gran estudioso y difusor del folclore andino.
Cuenta Máximo que un día un “señor blancón y de bigote” fue a buscarle en la
habitación donde vivía en el distrito de Pueblo Libre. Era Arguedas, quien
en quechua le preguntó: «¿Tú eres Máximo Damián? Vengo a contratarte.
Quiero que vayas a tocar en Artesanía».
Desde entonces, el escritor invitó a Máximo a tocar en fiestas y
celebraciones costumbristas y a asistir a las conferencias sobre cultura
andina. El violinista trajo de la sierra a unos danzantes de
tijeras y todos juntos trabajaron entonces con el apoyo del escritor.
En 1954 viajó a Chile acompañando a Arguedas y realizando
presentaciones.
Poco antes de suicidarse, Arguedas acordó visitar a Máximo, quien
le esperó a la hora del almuerzo con la comida favorita del escritor: sopa y
papa sancochada con queso. Pero el escritor nunca llegó. Máximo cuenta que la
noche anterior soñó que veía entrar a Arguedas en su cuarto, poniendo su saco
al hombro. A la mañana siguiente, cuando fue a comprar el pan, leyó en un
periódico un titular impactante: «José María Arguedas se ha suicidado».
Entonces fue al hospital donde agonizaba el escritor, que ya no pudo
reconocerlo; dos días después fallecía (2 de diciembre de 1969). Arguedas había
dispuesto en uno de sus diarios la manera en que debían realizarse sus
funerales, y cumpliendo sus deseos, Máximo Damián acompañó el cortejo fúnebre
tocando la música más sentida de su vida, junto con los músicos Jaime Guardia,
Alejandro Vivanco y los hermanos Chiara, mientras que dos danzantes de tijeras
iban bailando junto al ataúd; la interpretación, compuesta por Damián, se
titulaba la “Agonía” de la “Danza de las Tijeras”.
Desde 1975 es maestro de música en la Escuela Nacional de
Folclor. Ha recibido como reconocimientos la Medalla Kuntur del Instituto
Nacional de Cultura (1995) y una condecoración de la Universidad Nacional
de Ingeniería «por su valiosa contribución al folclor nacional»
Leónidas Casas Ballón (Caserío Parubamba, distrito de Mollepata, Cusco)
Músico
talentoso, intérprete con acento cósmico, cantante andino y viajero
impenitente. Leo Casas es un alto exponente de la música andina del Perú,
no sólo como mandolinista y cantor, sino también como investigador y defensor
de este tesoro cultural. Él mismo se define como “cusqueño por nacimiento, de
padres apurimeños y ayacuchano por adopción”. José María Arguedas, al conocerlo
en 1963, alabó su versación y la autenticidad con que interpretaba un amplísimo
repertorio indio y mestizo.
Él mismo
se define como "Cusqueño por nacimiento, de padres apurimeños y ayacuchano
por adopción", erudito del quechua
Ayacuchano-Chanka y Cusco-Collao, es conocedor de las variantes dialécticas
del quechua peruano surgido en Bolivia, Ecuador, Chile, Colombia y Argentina. Junto
con su conocimiento de la gramática, la lingüística, la filología y la pedagogía
del quechua, es un reconocido estudioso de la etno-musicología andina.